lunes, 21 de noviembre de 2016

GOMAS


No era el mar pero se le parecía, pensaba el patito de goma mientras le apretaban la barrigota y, entre soplos ahogados, soltaba cua cua provocando risotadas en el bebé. El niño chapoteaba y el patito heroico intentaba mantenerse a flote entre el oleaje de entusiasmo. La mamá echó gel y batió el agua, el juguete se escondió en la efervescente espuma para disfrutar de algo de tranquilidad. El llanto del niño inundó la estancia; para calmarlo asomó su pico rojo mordisqueado por los dientes primerizos. Y ahora que vive en el trastero de la infancia, no le importa que el juguete preferido sea la muñeca hinchable.

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