martes, 19 de junio de 2018

MI BUENA ESTRELLA

Busqué fuerza en la bravura de Punta Herminia. Amarré el cordel del desasosiego al noray quinto del puerto. Me abracé a los árboles para hallar serenidad. Los paseos y los baños de naturaleza relajaron mi alma y activaron mis energías, pero únicamente, cada vez que me sostenía de tu mano encontraba algo de paz. Me concentraba en llenar mi mente del sonido de las olas del mar y de las cascadas del río, pero también turbulencias y estruendos resonaban, cada día, en mis oídos. Continuamente sentía que una sombra me acechaba y amenazaba con bloquearme. Soplé todos los dientes de león que encontré a mi paso. Situaba mis anhelos y mi sonrisa al lado del faro más antiguo del mundo a la espera de que su potente luz los iluminara. He cruzado los dedos compulsivamente y he leído todos los horóscopos que llegaban a mis manos en busca de un párrafo que relatase algo de buena suerte. Me he inventado juegos que me desvelasen algo positivo, o a veces, sólo algo. He pedido un deseo con cada matrícula capicúa que veía. Un día recogí una moneda del suelo y ya me creí a salvo, ¡qué ilusa! Y ahora, definitivamente creo que cuando el picor en la mano izquierda es crónico se está perdida en la desdicha. Y rasca que te rasca, ya sólo me encuentro a cobijo en el lugar de tus abrazos, en el rincón de tus caricias y en la ensenada de tus palabras tiernas con las que logro vislumbrar mi buena estrella.

lunes, 11 de junio de 2018

Letras 27

Quiero ser ola que rompe contra la roca y no se queja, que se diluye en espuma y no grita, que es susurro cuando roza la orilla. Quiero ser ola de voltereta perfecta, de fuerzas renovadas, de atardecer alegre. Y rugir con brío, empapar de esperanza y cicatrizar con pomada de sal. Quiero ser ola que arrastre las arenas negras que cubren las desgracias y cubrir los rayos de sol para brillar. Quiero ser ola de calma en las tormentas. Quiero sobrevivir al temporal. Quiero olvidar que me ahogo y soñar mientras me acunan. Quiero sacar a flote lo que duele, lo que araña, lo que asusta y emocionarme con una pleamar de vida. Quiero hundir despedidas insoportables que veo en el horizonte y limpiar mis ojos borrosos por las lágrimas que calan en pedacitos de mi corazón. Quiero sacudir arenas que pican y escuecen, quiero ser ola de paz. 

miércoles, 6 de junio de 2018

BOBADA

"Escriba una frase, lo primero que se le ocurra". Tras un período de sequía, he tenido que recurrir a este juego, para volver a agarrar un instrumento de soltar palabras, un boli desafinado. Pienso un largo rato para que se me ocurra algo bonito, y nada oye, tan sólo consigo poner una palabra que ahí queda, sola en la nada del folio, sin sentido ni razón. Compruebo que el boli tenga tinta y lo intento una vez más, pero es mi mente la que no tiene ganas, me siento aturdida. Sé que necesito imperiosamente escupir algunos miedos, varias lágrimas, diversos tacos y alguna que otra agonía, pero es misión imposible. Sigue sin verbo ni predicado el sustantivo que acabo de escribir. Me esfuerzo, pienso, desenfundo de nuevo el boli y no acierto; miro con tristeza esa palabra huérfana que navega a la deriva por el renglón. Vuelvo a apuntar una vez más pero no hay balas ni para una coma. Ya del punto ni hablemos, ¿dónde se habrá escondido? Echo la culpa a la hoja y me consuelo; nunca me gustaron los folios de cuadrícula, siempre he dicho que no puede salir ni un párrafo redondo de ellos. Me lamento de haber despedido, porque sólo me chivaba frases cursis y ñoñas, a mi última musa. ¡Al menos eran frases completas, jolín! De eso hace más de tres meses y he rechazado cualquier altruista ayuda de otro ser mitológico; recuerdo que a un duendecillo que intentó acercarme el estuche mientras me lanzaba un folio en blanco contra la cara le cerré la pantalla del ordenador en sus redondas narices. Y desde entonces, no he afilado ni un lápiz. Me digo, escribir es una bobada, y eso es precisamente lo único que he podido anotar, "bobada", esa palabra. Tras unas horas de angustia decido dejarlo así. Me disfrazo de moderna esnob y me marco esta sobrada que ni un experto en jeroglíficos podrá entender, y me río mientras imagino a la gente leyendo "bobada" y sacando conclusiones extravagantes y rebuscadas que nada tienen que ver con la realidad, con la triste explicación de esa insulsa y solitaria palabra de la que nace el microrrelato más corto de la historia y también la bobada más grande jamás escrita.