martes, 19 de junio de 2018

MI BUENA ESTRELLA

Busqué fuerza en la bravura de Punta Herminia. Amarré el cordel del desasosiego al noray quinto del puerto. Me abracé a los árboles para hallar serenidad. Los paseos y los baños de naturaleza relajaron mi alma y activaron mis energías, pero únicamente, cada vez que me sostenía de tu mano encontraba algo de paz. Me concentraba en llenar mi mente del sonido de las olas del mar y de las cascadas del río, pero también turbulencias y estruendos resonaban, cada día, en mis oídos. Continuamente sentía que una sombra me acechaba y amenazaba con bloquearme. Soplé todos los dientes de león que encontré a mi paso. Situaba mis anhelos y mi sonrisa al lado del faro más antiguo del mundo a la espera de que su potente luz los iluminara. He cruzado los dedos compulsivamente y he leído todos los horóscopos que llegaban a mis manos en busca de un párrafo que relatase algo de buena suerte. Me he inventado juegos que me desvelasen algo positivo, o a veces, sólo algo. He pedido un deseo con cada matrícula capicúa que veía. Un día recogí una moneda del suelo y ya me creí a salvo, ¡qué ilusa! Y ahora, definitivamente creo que cuando el picor en la mano izquierda es crónico se está perdida en la desdicha. Y rasca que te rasca, ya sólo me encuentro a cobijo en el lugar de tus abrazos, en el rincón de tus caricias y en la ensenada de tus palabras tiernas con las que logro vislumbrar mi buena estrella.

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