miércoles, 30 de agosto de 2017

Letras 18

Y ahora, que del verano tan sólo quedan brasas y un rastro de la nostalgia, no dejaré que la tristeza se imponga a la carcajada. Es cuestión de poner a buen recaudo las emociones recogidas y de comenzar a caminar por los senderos del calendario, día a día, hoja a hoja. No me olvido de velar por el fuego de esa hoguera para que las ilusiones no se conviertan en humo que asfixia sino en calor de hogar. Comenzará un pulso salvaje entre las estaciones, un duelo de titanes en la que cada una mostrará su mejor cara sin saber que en esencia todo es más sencillo y más simple: cualquier día puede convertirse en inolvidable.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Cosas pendientes

Benditas cosas pendientes! No las descartes por el orgullo rabioso que nace de la frustración de no haberlas alcanzado aún; permite que queden revoloteando en tu cabeza y trinando en las mañanas grises. Son la salsa donde macerar las ilusiones no realizadas. Si realmente merecen la pena, llegará el momento en el que abandonarán la estantería de los sueños para instalarse en el cajón de las experiencias, que es aconsejable guardar bajo llave en un rinconcito de nuestro corazón.

jueves, 10 de agosto de 2017

SIN MIEDO


Llegó el día en el que entendió lo que era el miedo. Surgió de un escalofrío que le quemaba por dentro. Escocía. Se trataba de un nuevo objeto, muy feo, horrible, que la vida le había regalado y que no sabía qué hacer con él ni dónde colocarlo. Se sentía en medio de un paisaje árido en el que amenazaba tormenta. Su imaginación volaba y no podía ni vencerla ni avanzar. Debía echar a correr pero el plomo había bañado su cuerpo, mareado de girar sobre unos pensamientos que empezaban a engullirla. Aparecieron en su vocabulario nuevas palabras con las que nunca imaginó que tuviese que hacer malabares en sus conversaciones; algunas las pronunciaba titubeando y otras rascaban como lijas en la garganta. El silencio se había convertido en su lenguaje favorito. El corazón sí lo notaba desbocado pero los pies seguían anudados. El alma arrastraba la estocada de una faena sin indulto propio. Tenía que aprender a dominar a esos monstruos; les engañaría mostrando una valentía inventada y un pánico maquillado del coraje de unos labios con carmín rojo. A menudo, viajaba soñando hasta la orilla del mar y allí, en la arena, esparcía sus temores que desaparecían entre el remolino de las olas. Las lágrimas empezaron a encauzar su camino y nunca asomaban más allá de lo permitido a no ser que la explosión de tristeza le pillase a cobijo, dentro de esas cuatro paredes que le guardaban todos los secretos. La serenidad fue mermando el tamaño de ese gigante, que un buen día le dijo adiós; era demasiado diminuto para luchar contra la testarudez de unas ganas obsesionadas con salir a flote. Mientras daba un portazo de sentencia al pánico sintió un cosquilleo en un pie y a continuación soltó el primer paso sabiéndose libre. Respiró ya sin miedo.

sábado, 5 de agosto de 2017