miércoles, 21 de diciembre de 2016

AUSENCIAS QUE RASPAN

Habían pasado dos meses desde su adiós; sonó como tantas otras veces y parecía uno más. Él creía cada día en un regreso que nunca llegaba. Esa tarde el estío golpeaba la solitaria acera de su vida. Bajó con cuidado sus enseres favoritos y recreó su rincón preferido. A la manta se agarraban aromas de piel. Lloró mientras colocaba el libro que no terminaría de leer a su lado y cuyo final no se atrevía a descubrir. Con tiza dibujó dos peces nadando hacia un beso. Uno se quedó en la raspa. Con los restos de su felicidad no había ni para sobras, sólo quedaban espinas clavadas en su desdicha. Esperó desde la ventana varias horas a que por fortuna apareciese sentada allí, como siempre para no irse nunca. La pecera rebosaba un abandono tan profundo en el que sólo cabía zambullirse para olvidarse de esperar.  

Fotografía de Marta SARABIA MAZA, titulada "Como en casa"


lunes, 19 de diciembre de 2016

UN KILO Y CIEN GRAMOS

Te quiere, mamá, escuchaba a través del cristal de la incubadora. Esas palabras esterilizadas, aliñadas con amor, eran el mejor alimento que recibía en su obligado retiro. Con solo un kilo y cien gramos se presentó en la vida. Dudando de las fuerzas de la pequeñaja, la ducharon con un bautismo de emergencia, que evitaría el limbo si un traspiés vital acontecía. Tras dos meses de solitaria existencia, decidió que se fugaría esa noche por el orificio redondo del habitáculo. Sus planes se frustraron cuando los brazos de su padre y un tierno beso le dieron la bienvenida al mundo. Descubrió la felicidad.

lunes, 12 de diciembre de 2016

AL DESNUDO

El otro, hombre o mujer, siempre muerto se dejaba diseccionar sin rechistar. El forense diagnosticó que un cadáver era por estrangulamiento y el otro por infarto ante el descomunal esfuerzo para oprimir el cuello de la víctima. El estrangulado era hombre, el justiciero una amalgama de géneros. Sus órganos masculinos, que dos semanas atrás contaban con cita para mutilar esa identidad, habían macerado en un largo proceso hormonal. Reafirmaba su feminidad con unos prominentes pechos postizos, con la ausencia de las costillas flotantes y una larga melena. Cancelaron la operación y decidió resolver el abandono con sus propias manos. Siempre fue un corazón roto.

lunes, 5 de diciembre de 2016

A BROCHAZOS

De un certero bocado le arrebató el pincel con el que retocaba sus pómulos frente al espejo. Los labios apasionados se desplazaron a lametones por la barbilla y le borraron los recientes toques de carmín. Juguetona se escabulló pidiéndole que le dejase terminar de maquillarse para llegar a tiempo a la fiesta. “Te pintas como una puerta”, escuchó. El colorete adquirió entonces acento a miedo. Secó su coquetería mientras una discreta lágrima diluía el rímel. La barra de labios que apareció tirada a su lado era del mismo color que la sangre que vestía. No le dio tiempo a perfumarse con el aroma de la liberación.

jueves, 1 de diciembre de 2016

SIEMPRE SALUDABA

Con un “hola” comenzó nuestra historia en el bar en el que trabajaba y al que él acudía a tomar café a media mañana. A los dos años, de su aliento solo emanaba un fuerte hedor a vino que intentaba enmascarar con colutorio de sabor a mentol. Vino tinto, morado como las marcas que fueron cubriendo mi piel y embriagando mi alma. Cada día rompía una promesa y yo le premiaba con misericordia, hasta que una mañana adiviné el peligro que acompañaba a mi bondad. Cuentan que lo último que dijo fue “adiós” y se pegó un tiro. Él siempre saludaba atentamente, pero yo ya no estaba allí para responderle ni perdonarle. El mentol aún me produce arcadas.  

Letras 14

No hay nada más poderoso que el silencio. No te delata, no te descubres. No actúas, no rebates; provocas inquietud en el prójimo. Eres sin manifestación. Eres idea de los demás sin importarte que la imagen no se corresponda con la de tu espejo. Eres palabra muda, lágrima seca y alegría contenida. No tienen eco tus debilidades, no hay descuido. Enloquece al enemigo que engulle gritos. Y calma el ruido cotidiano, porque no hay nada más esclarecedor que el silencio prolongado en el que se intuye el olvido.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Letras 13

Bendita espontaneidad la del beso y bendito descuido el de la caricia. Los sentimientos cuando nos secuestran nos transforman a imprevisibles, a locos, porque el sentir delata y la mirada confiesa lo inevitable y certero. El amor nos convierte en evidentes cuando nos atrapa y en ansiosos cuando lo esperamos. No intentes esconderte porque el cuerpo no improvisa, tan solo interpreta lo que el alma ha soñado.El placer ruboriza al que lo desea y embellece al que lo disfruta, sale a borbotones por la piel salpicando lamparones emocionales a su paso, a un paso que se torna a trote hasta que te alcanza y solo puedes rendirte.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Letras 12

Sí, es cierto, cada vez nos lo ponen más difícil, pero todos contamos con un tesoro oculto que no nos pueden robar, la ilusión. No te dañes a ti mismo recortándote las ganas, la sonrisa, la vida, la fuerza de voluntad, la esperanza, la valentía, el humor y la rebeldía; porque todas estas riquezas te pertenecen y si sientes que escaseas de alguna de ellas, rasca en tu interior, pellízcate, corre, haz lo que sea por encontrarlas, son los pilares de tu vida!!

lunes, 21 de noviembre de 2016

GOMAS


No era el mar pero se le parecía, pensaba el patito de goma mientras le apretaban la barrigota y, entre soplos ahogados, soltaba cua cua provocando risotadas en el bebé. El niño chapoteaba y el patito heroico intentaba mantenerse a flote entre el oleaje de entusiasmo. La mamá echó gel y batió el agua, el juguete se escondió en la efervescente espuma para disfrutar de algo de tranquilidad. El llanto del niño inundó la estancia; para calmarlo asomó su pico rojo mordisqueado por los dientes primerizos. Y ahora que vive en el trastero de la infancia, no le importa que el juguete preferido sea la muñeca hinchable.

sábado, 19 de noviembre de 2016

LETRAS 11


Le estalló una diminuta y sutil pompa de jabón en la punta de la nariz, sonrió sorprendida mientras pensaba que era lo más bonito que le había sucedido en ese día. Quiso agarrarla pero se esfumó, como la vida que no llenas de momentos felices.

lunes, 14 de noviembre de 2016

VERDUGOS POR NATURALEZA

Espero que puedas perdonarme. El desodorante en spray era más cómodo y además estaba de oferta. Ese envase del yogur que tomaba por las noches y que dejaba sobre la encimera pasaba a compartir bolsa con las mondas de plátano y los posos de café. Recuerdo las exclusivas presas de aquella cacería en la sierra de Gata. Lleva a los niños al colegio en coche, se pueden resfriar, le pedía a mi marido. Y ahora no sabemos cuándo nos permitirán la próxima ducha y el bosque más cercano se encuentra a 900 kilómetros. Añoro el sabor de la miel.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Reflexión 46

Circuito vital: Soñar para perseverar. Persistir para resistir. Insistir para lograr. Conseguir y volver a soñar.

lunes, 31 de octubre de 2016

NEBULOSA

Sigo observando mi trocito de cielo mientras permanezco tumbada sin moverme. Las nubes juguetean hasta desparecer en el horizonte perseguidas en su adiós por una bandada de golondrinas cuyo piar anuncia la llegada del frío. Un frío abrasador me recorre la espalda. Siento mi piel desprotegida contra el suelo. Me llevo la mano a la cintura y toco mi camisa hecha jirones. Mis dedos temblorosos regresan ensangrentados. Marea el silencio. Giro la cabeza y veo borroso, dentro de la nebulosa intuyo el coche volcado. Ahora todo es certeza. Quiero gritar de miedo pero me ahoga el dolor.

lunes, 24 de octubre de 2016

MIRADA DE FANTASÍA

Al otro lado de la ventana percibía una excelente mañana de primavera que invitaba a disfrutar de un paseo por el florido parque. El sol asomaba sin pereza, poderoso. Una agradable brisa actuaba a modo de caricia sobre las hojas del sauce, su favorito. Observó a una mujer de intrigante belleza sentada en un banco leyendo el periódico del día; su elegancia le cautivó y se apresuró a salir de casa. Chasqueó los dedos, enseguida se acercó su perro mostrándole su fiel disposición con lametones en la palma de la mano. Le guiaría una vez más a lo largo de las fantasías que le cegaban.

LA VIDA A DOS VELOCIDADES

Al otro lado de la ventana se mostraba la bofetada de la indigencia. Luis observaba a un hombre maltrecho y sucio que, rozando la ancianidad, arrastraba con colosal esfuerzo las pocas pertenencias que le quedaban, además de una vida roída por la desgracia. Su fracturada pierna izquierda apenas le permitía un corto y silencioso arrastre en su caminar. Le siguió a lo largo de la extensa galería hasta que le perdió de vista. Pensó en lo afortunado que era. Él podía recorrer esa distancia mucho más rápido con su silla de ruedas. 
A pesar del accidente, la velocidad seguía siendo su obsesión.

viernes, 21 de octubre de 2016

jueves, 20 de octubre de 2016

lunes, 17 de octubre de 2016

HOGAR EN LLAMAS


Cuando se prendieron las cortinas de la cocina la humareda se adueñó del patio de la corrala y los vecinos sobresaltados corrieron al primero izquierda. Tiraron la puerta abajo y descubrieron a Pedro quieto, delante de la nevera, aplaudiendo sonriente y emocionado. Forcejearon con él para auxiliarle e intentar extinguir el pequeño incendio. Pedro les gritaba que no lo hicieran. Insistía que desde hacía ocho meses en esa casa no se sentía calor, ni de hogar ni de ningún tipo. Esas cortinas le recordaban al ardor de la pasión, al amor en llamas del que ahora sólo quedaban cenizas, junto a las del funeral de su mujer.

LLENARTE DE NADA


Evita que el frío llegue a tu alma, puedes permitirle que pasee por tu rostro y que pretenda erizar tu piel, pero evita que roce el fondo de tus emociones. Evita callar esas palabras que se atragantan mudas y mueren mientras te ahogan. Evita esquivar la locura, una pizca de ella en tus actos salpimentará tu vida. Evita caer en el vacío que te confunde y te llena cuando te desacostumbras a acariciar, a amar, a desear; es curioso, un vacío que llena y en el que no hay ni un diminuto lugar para los sueños. Curioso y quizá lo más dañino que te puede suceder, llenarte de nada, habitar en un conjunto vacío, mostrarte a través de tu sombra, porque eso provoca con alevosía y crudeza que el frío no solo alcance tu alma sino que consiga hibernar en ella...y en ti.

Reflexión 43

Puedes pasear por la vida a través de sendas infinitas o por caminos que finalmente te abocan a un precipicio. La elección es tuya, tu destino final también.

jueves, 6 de octubre de 2016

CAFÉ DE SEDA

Rubén permaneció quieto tras girar la llave y dar la vuelta al cartel de cerrado que ahora colgaba danzarín sobre la puerta de su bar. Sin más ruido que su respiración, miró a su alrededor y le gustó el desorden que mostraban las mesas, revueltas y llenas de bebidas, algunas consumidas y otras inacabadas y aún humeantes de las anécdotas que se vivieron ese día. Mientras iba recogiendo recordó a algunos de los clientes de esa tarde que se alargó hasta vestirse de noche; y dando rienda suelta a su fantasía, imaginó las historias de cada uno de ellos.

El primero en el que pensó fue en un joven con aire despistado que había vaciado dos cartuchos de tinta con su pluma tatuando dibujos en su libreta; quizás eran bocetos para una nueva exposición. Estuvo dibujando durante casi una hora y media y sólo paraba para liar tabaco y salir a fumar bajo los soportales. Pidió un café y luego una caña que quedó mediada y con la espuma aguada, su inspiración le hacía permanecer enfrascado en sus bosquejos.   

Dos señoras de elegancia desgastada llenaron, mientras apuraban una infusión y un refresco, un cenicero de cerámica rústica de pañuelos de papel, arrugados, llenos de lágrimas y con secuelas de carmín; se habían reencontrado por casualidad tras varios años de distanciamiento y se confesaron sus vidas. Los relatos en ambos casos, eran más agrios que dulces y muy alejados de lo anhelado en su juventud. Se despidieron con un amplio y profundo abrazo en muestra de su cariño mutuo y de la nostalgia que las invadiría por un nuevo reencuentro en el que sentirse comprendidas y escuchadas, y luego regresar a sus hogares con el aliento que produce una amistad sincera.  

Una pandilla de chicas adolescentes llenó con su alboroto parte de la luminosa y sosegada tarde con sus carcajadas y su bullanga. Habían quedado en el bar antes de ir al cine a la sesión de tarde. En esa sesión, por capricho del destino, alguna compartiría fila y la butaca de al lado con quien sería su primer amor. Así conocerían la bendita sensación de las mariposas en el estómago y los pájaros en la cabeza y los posteriores nervios por un segundo encuentro, en ese cine, en el bar o en una esquina cualquiera, que se convertiría de repente en el rincón más bonito de la ciudad y que sería el escenario de un primer beso y hasta de una primera discusión. Estaban exultantes, llenas de vida y contagiaban alegría sin cesar. 

Recogió de una silla un foulard de delicada seda verde; recordó que allí estuvo una bellísima mujer a la que sirvió un café con leche y hielo. Tenía los ojos almendrados, dulces y de color miel, melancólicos pero fantásticos. La mujer apenas levantó la mirada del periódico del día, en cambio, Rubén, apenas pudo apartarla de ella. Se fue sin preguntar siquiera el precio de la consumición; dejó encima de la mesa tres euros y soltó un adiós tan delicado y callado como el propio silencio. Le hubiera gustado agradecerle su visita y volver a escuchar su tímida voz. 

Dejando la imaginación de lado, se puso a colocar las últimas sillas y a apagar parte de las luces del local, se desprendió de su delantal y de repente, mientras se lavaba las manos, sonaron unos golpecitos suaves en la puerta, observó tras el cristal a la mujer del pañuelo. Al instante las mariposas se posaron en su interior y los pájaros trinaban alegres para él. Risueño y nervioso al volver a verla, se apresuró e hizo girar de nuevo la llave, el cartel en cambio, permaneció inmóvil, como evitando distraer o distraerse en un momento tan oportuno. La mujer preguntó por su foulard y él le pidió que pasase para devolvérselo.  

Tras entregárselo salieron juntos del bar, la llave giró por última vez ese día. Rubén se ofreció a acompañarla y caminaron juntos un buen tramo. La noche estaba serena y cálida.

Se llamaba Sofía y llevaba poco tiempo en la ciudad, era del sur y su plaza de funcionaria la llevó, por la arbitrariedad de la vida, a trabajar en el Ayuntamiento de una ciudad del norte, situado al lado del bar de Rubén. Le dijo que aún no estaba habituada a las temperaturas más frías de su nueva ciudad, motivo por el cual utilizaba para cubrirse ese pañuelo.  

Durante el paseo, jubiloso, dibujaba con fantasía bocetos de una vida dulce y sin amargor junto a ella. 
Esa noche soñó que el carmín de esa mujer se posaba en su piel, delicada y elegantemente como el vuelo de una mariposa. 

Al día siguiente la llave volvió a virar, el cartel hizo su mejor pirueta para mostrar la palabra "abierto" y él esperaba servir al menos un café con leche y hielo. No ocurrió, como tampoco sucedió nada destacable en un día que se agotó con un ritmo cadencioso y soporífero. Los clientes de ese sábado fueron pocos y anodinos. La ciudad estaba en fiestas y su bar se caracterizaba por despachar los cafés del día, los vinos del aperitivo y los refrescos de tarde en las jornadas laborales y laboriosas, pero rara vez la noche pasaba de la puerta. Y esa noche se presentó tan fría como la ilusión no realizada y oscura como el deseo apagado y olvidado. Tras hacer caja y ordenar la vajilla, regresó a su casa.  

Mientras caminaba perezoso observó en un banco un pañuelo que estaba atado en un lateral, revoloteaba empujado por la brisa; desde esa distancia aún no distinguía su color, parecía verde, como la esperanza que le nació en ese momento. Se acercaba suplicando que fuese el pañuelo. Efectivamente era de seda y aunque sucio por las pisadas anónimas, ¡era verde!, el corazón empezó a palpitarle. Se sentó y lo observó con más detenimiento para cerciorarse de que fuese el de ella. En una esquina estaba algo rasgado, Rubén lo movía nervioso como el niño que insiste en resolver el cubo de Rubik y finalmente apareció en un lateral zurcido en color marrón el nombre de Sofía. 

Lo recogió y se lo llevó para casa. Mientras cenaba lo miraba con devoción y se lo acercaba para olerlo. Sentía el aroma de Sofía llenando su casa como llenó su corazón.

A la mañana siguiente, Rubén descansaba y decidió quemar el tiempo quedando con un amigo para comer. Antes de salir de casa miró al pañuelo y dudó en llevarlo consigo por si por arte de magia en el camino que recorrieron esa noche volvía a coincidir con ella. Pero temió perderlo y pensó que lo más conveniente sería llevarlo el lunes al bar y esperar a que ella le volviese a apetecer un café con leche y hielo, que sería el más cálido que hubiese hecho jamás. 

Nunca un lunes había tenido tanta promesa y nunca un principio de semana había sido tan querido.

Rubén abrió sonriente su bar y lo primero que hizo fue guardar su tesoro, ese foulard que le había atado permanentemente a Sofía. Eligió un cajón de la despensa que contenía recambios de bombillas y cachivaches varios, esos que siempre se conservan pero que nunca se utilizan; lo dobló cuidadosamente y lo envolvió en papel y allí lo dejó. El recuerdo de Sofía le calmaba su espera.

 Apareció de nuevo el chico joven de los bocetos acompañado por un señor de mediana edad, de elegante planta y refinados modales. Escogieron la mesa más apartada y cómoda y sacó su libreta llena de dibujos. Cuando Rubén se acercó para preguntarles qué les apetecía, observó uno de los dibujos que recordaba de aquella tarde, lo vio al acercarse a la mesa para limpiarla y retirar la taza; era una marina en un día de tormenta, se intuía un velero luchando contra las feroces olas que lo invadían todo. Pidieron dos cafés y dos zumos naturales. El joven explicaba con detenimiento cada una de sus obras y el hombre escuchaba y observaba con agrado su trabajo, asentía y seleccionaba gran parte de ellos. Pasaron parte de la mañana en el bar y se despidieron con un apretón de manos. Rubén esperaba que el chico tuviera la oportunidad de mostrar su talento en una exposición que recogiese parte de su trabajo y, en especial, esa marina huracanada llena de rabia y de belleza.

Esa misma rabia que le recorría al ver que pasaban las horas y que no aparecía Sofía. En un par ocasiones acudió al cajón que contenía su tesoro, temiendo que hubiese desaparecido.

Las horas fueron campando por el día y el final de la jornada llegó; apenado recogió el local y cerró. Un día más y también, un día menos sin Sofía.

En el camino hacia su casa pensaba que quizá no la volvería a ver y que se tendría que conformar con la compañía de un pañuelo pisoteado que cayó en el olvido.  

También empezó a dudar de que fuese el de Sofía, quizá había dos pañuelos iguales que pertenecían a dos personas distintas, dos Sofías, dos pañuelos y él podía tener el que pertenecía a la mujer equivocada.   

Encontró a su vecino paseando al perro y charlaron amigablemente durante diez minutos, dilataba el momento de subir a casa y encerrarse en su soledad, una soledad diaria y despojada de cualquier resquicio de ilusión y que, esta noche, era más insoportable que de costumbre al venir cargada de tristeza y vacío. 

A la mañana siguiente se prometió no esperar nada. No pensar en Sofía ni en el pañuelo y se impuso el esfuerzo de no volver a abrir ese cajón. Se sentía incluso molesto si alguien le pedía un café con leche y hielo; Rubén quería servírselo tan sólo a ella, se encontraba enfadado como un niño al que sus planes no le salen bien. Atendía con tanta desgana que algunos de sus clientes habituales le preguntaron qué le pasaba y si se encontraba bien. 

Mientras colocaba tazas y platos del lavavajillas observó que se había fundido la luz de una lamparita que tenía situada en una esquina del local, se trataba del rincón más coqueto y se apresuró a sustituirla para que los clientes no notasen la penumbra. Abrió el cajón para buscar el recambio de la bombilla y allí permanecía el foulard. Reemplazó la bombilla y a sus espaldas sintió que se abría la puerta del bar. Se giró para saludar a su nuevo cliente pero no pudo. Era Sofía que estaba incluso más bonita con su cuello desnudo. 

Saludó efusivo con una sonrisa y mudo por la sorpresa. No quiso decirle nada aún del pañuelo, charló con ella un par de minutos y se puso a prepararle un café con leche y hielo, al que le añadió grandes dosis de mimo y cariño.

Colocó la bandeja y fue a buscar el pañuelo. Se acercó a la mesa y le sirvió el café, el hielo y finalmente le entregó el paquete. Sofía le miró extrañada y le preguntó qué era eso. Rubén no quiso desvelar nada, aún temía que no fuese el de ella y le pidió que lo abriese. Sofía al ver el pañuelo exclamó admirada y aliviada; preguntó a Rubén cómo y dónde lo había encontrado y él le explicó lo ocurrido. Mientras tanto el local quedó vacío y se encontraron solos. Sofía, fascinada por la sorpresa no paraba de reír. Rubén le advirtió del roto que tenía y Sofía le quitó importancia al deterioro, no pasaba nada, se podía coser. Rubén añadió “como tu corazón al mío”, ella ruborizada le miró complaciente. Salieron del bar juntos, unidos por un pañuelo y por unos sentimientos tan exquisitos como la seda.       

jueves, 15 de septiembre de 2016

COMO ESTRELLAS

Encontró algo en el bolsillo izquierdo de su trench. Pensó que sería una migaja reseca o el resto de un pañuelo de papel que habría sobrevivido a la lavadora. Lo sacó con curiosidad y se encontró con una diminuta y reluciente estrella de color chicle, de esas que escapan fugaces y divertidas del confeti y adornan un instante mágico.
Fue en otro instante mágico cuando él la recogió del suelo y se la regaló. 
Con una sonrisa pícara recordó que a continuación se besaron por primera vez y no se encuentra sospecha de la última.
Como aquella tarde, la guardó de nuevo con mimo y cuidado en el mismo lugar.
Por arte de magia brillan con intensidad desde entonces, en cada beso, como estrellas.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

UNA BRIZNA DE ESTÍO

La algarabía del verano agita la mano despidiéndose, quiso mantener su protagonismo, pero el sosiego de una climatología cada vez más perezosa se lo impide. Su adiós nos obliga ahora a buscar rincones acogedores, palabras cálidas y sonrisas generosas y hacer acopio de paciencia y esperanza. Y un día, así sin más, enloqueceremos buscando una brizna de estío por la que colarnos, traviesos, tras sugerente resquicio. Otro día, no seremos capaces de soñar con un sereno instante de agosto, porque nuestro letargo anestesiará las ganas y evaporará los recuerdos de un mar abandonado por las olas que apesta a salitre reseca. Pasado un tiempo, cuando el olvido ya nos gobierne, llegará la estación mágica, por sorpresa, por detrás; llegará sin querer, pero queriendo y nos abrazará bochornosa rebosando mimos y fantasías. Ese día, exultantes, seremos bullicio en el espacio en el que ayer nos sentíamos silencio.     

lunes, 5 de septiembre de 2016

Reflexión 40

Que hay silencios tan llenos de palabras que enmudecen por fuera lo que por dentro se grita hasta agotarse y callar.

lunes, 15 de agosto de 2016

LETRAS 9

Me gusta fotografiar puertas; quizá para encontrar una salida en los momentos complejos y también para adentrarme en aquellos instantes que bien merecen ser capturados a modo de recuerdos.

miércoles, 20 de julio de 2016

Letras 8

Permitirme soñar con un verano infinito a través de los recuerdos capturados, porque éstos son eternos en un rincón de mi memoria. 

miércoles, 6 de julio de 2016

Reflexión 37

Tendemos a pensar que el último paso es el más importante porque es con el que pisamos la meta. Yo, en cambio creo, que el primer paso es el crucial y decisivo.

jueves, 30 de junio de 2016

Reflexión 36

A quien te regala miseria debes responderle con el mayor de los agradecimientos para enseñarle lo que es la generosidad.

miércoles, 29 de junio de 2016

Reflexión 35

El tiempo, ese puñado de arena que se escurre por los dedos. Aún cerrando el puño con fuerza logra superar el secuestro, y superarnos. El tiempo nos gana siempre la batalla, día a día, hora a hora, paso a paso. Somos nosotros los que corremos tras él para, en el mejor de los casos, aprovecharlo. Nos engaña y oculta su avance cuando encontramos un antiguo reloj parado o cuando las campanas no danzan ni redoblan. Desgraciadamente, sólo somos conscientes de su valor cuando queda un único granito de arena rodando por nuestra palma, convirtiéndose en nuestro mayor tesoro; y es entonces cuando lo cuidamos y no lo perdemos de vista, lo mimamos pero siempre acaba escapando con nuestro propio destino.

lunes, 27 de junio de 2016

LA DIVINA SOLEDAD

Como si de una plaga venenosa se tratara, evita entrar en una iglesia y esquiva cualquier trato con clérigos, monjas, alevines y simpatizantes devotos. Profesa el ateísmo y su aversión religiosa le señala como un maniático loco y rebelde. No acudió tan siquiera al entierro de su madre y fue condenado al olvido por su beata familia, de arraigado pasado católico y notorio presente cristiano. Ignoran que con siete años dejó de creer para empezar a rezar cuando el cerrojo de la sacristía giró mientras la sotana se abría para atrapar su inocencia. La mayor bendición fue escapar de la secta y abrazar la divina soledad.

lunes, 20 de junio de 2016

ENIGMA DE GANCHILLO

“Cuelgan de las cuerdas de la del quinto”, cuchichean en 
el rellano. Misterio resuelto. Agustina, anciana de raza blanca del barrio de Triana, sustrae a traición unos pañitos de ganchillo de Carmina, que el pasado lunes, fiesta de Todos los Santos, cayeron, al tenderlos, al patio de la corrala. Carmina, afectadísima, alerta del robo en la reunión de vecinos del miércoles. Cuenta entre aspavientos que apresurada por la cita con su marido, fallecido recientemente, los quiso recoger al regresar del cementerio pero habían desaparecido... En el número 15 de la calle Betis los vecinos se afanan en el caso, ignorando que Agustina seguía órdenes de Diógenes.    



viernes, 17 de junio de 2016

Letras 7

Los árboles se balancean con el viento. Yo también me convierto en brisa que acude a tu ventana para mirarte a través de los cristales, te contemplo y deseo tu cuerpo. Me cuelo por la rendija de una ventana entreabierta y avivo la leña del fuego de tu hogar, te recorro como una caricia fresca mientras muerdes la almohada de placer. Tus manos se agarran a las arrugas de las sábanas que te cubren y te desnudan y me recuesto a tu lado, en tu cama, en silencio, apreciando cómo escapa sigiloso el tiempo y cómo me atrapa el susurro de tu compañía. 

lunes, 13 de junio de 2016

UNA MALETA LLENA DE MIEDOS

Las mañanas, si no llueve, anuncian un día de lleno en la playa. Pegados a sus prismáticos vigilan un mar, hoy calmado, al son de la intriga de los latidos de sus corazones, encogidos por el drama diario que intentan apaciguar. Atisban una patera agonizante y emerge el caos. Gritos de socorro, llantos, respiraciones ahogadas y agradecimientos. Tumbados en la arena en sus ojos aún humean brasas de pánico. Afrontan la vida con lo puesto y arrastrando una maleta cargada de miedos y renuncias. Alcanzaron tierra en Costa Esperanza y sonríen. La realidad les enseñará que su destino es una Europa insolidaria, egoísta y cruel.

martes, 7 de junio de 2016

SOMBRAS ELOCUENTES

Podemos vernos reflejados en un espejo, pero también en nuestra propia sombra. Aunque parece una visión opaca puede desvelar los más profundos sentimientos; y esto sucede con el reflejo que nos precede mientras paseamos entrelazados y el que se muestra tímido con nuestros besos. El blanco y negro de la silueta puede exhibir el color de las sonrisas cómplices que derrochan nuestros labios; no se ven, pero son tan sinceras y plenas que se intuyen como el trazo impreciso de un boceto, que por un instante es arte, incluso si no termina en la realidad de un lienzo. La sombra nos engulle, se apodera de nuestras sensaciones y devuelve ilusiones escondidas y deseos callados. Brilla a pesar de su penumbra y grita los silencios del alma. Nuestra sombra es cristalina y clara como la voz cuando nos susurramos “te quiero” y carece de tinieblas que nos atormenten. Todo es luz en esa imagen velada que nos duplica. Y es, en esa opacidad libre de detalles, donde hallamos el amor más puro e íntimo y somos nosotros sin ser vistos, expuestos al mundo en esencia y ocultos en nimiedad. 

NATA Y CHOCOLATE

Aquel día de verano de 1945 su novia Clara cumplía veinticinco años, exactamente a las ocho de la tarde, hora en la que nació. Le preparó una fiesta sorpresa en el jardín. Mientras los invitados esperaban escondidos entre los árboles, los farolillos danzaban por la brisa del atardecer. El espumoso champagne reposaba en la nevera.

Destacaba en el césped una enorme tarta de tres pisos repleta de velas clavadas entre la nata y el chocolate. Alguien alertó “Falta una, hay veinticuatro”. Sonó al fondo el teléfono. Las manecillas del reloj marcaban las ocho en punto. La vela olvidada se consumió sin encender.     

lunes, 6 de junio de 2016

Letras 6

Era feliz. De esa clase de felicidad rebosante de lágrimas. A menudo regalaba sonrisas plenas pero rotas por dentro. Fingía alegrías y engañaba a su corazón herido. Era feliz a pesar de los añicos dispersos de su risa, a pesar de no serlo.

VIDAS DE CINE

Transcurría el día en una ciudad congelada por el azote del invierno. La mayor parte de sus habitantes decidieron planificar tarde de sofá y manta y soporíferamente agotar el domingo. Otros, pocos, decidieron cobijarse al abrigo de una sala de cine. A punto de ser las ocho, en la cola de la taquilla esperaba gente variopinta que en algunos casos compartían la elección de la película.
A la vista, eran muy distintos y heterogéneos en estados civiles, inclinaciones políticas, hobbies, formas de ser y de pensar, gustos musicales y sexuales, platos favoritos, e incluso diferían en su hora de preferencia para pegarse una ducha o en tomar café sólo o con leche.
Se apagaron las luces y se iluminó la pantalla. Aún se intuía un débil murmullo en la sala que enmudeció. Ocasionalmente, se percibían manos revolviendo entre los cucuruchos de las palomitas; las de los enamorados eran más silenciosas... Todos, como Alicia en el País de las Maravillas, por una hora y veinticuatro minutos traspasaron la pantalla para colarse en la historia y vivirla en su piel y en sus entrañas. Real y suya. En los créditos finales, aquellas personas diferentes se sabían semejantes en emociones. Formaron parte de la película a través de sus personajes. Y es que el cine, además de arte, tiene una gran dosis de magia para lograr transformar durante la proyección las vidas del público en otras que les inviten a soñar. 
Vidas de drama en historias fantásticas, vidas comunes en cintas de acción, vidas maravillosas en guiones terroríficos, vidas quietas en animadas, vidas sin caricias en morbosos episodios pornográficos, vidas elocuentes en mudas, vidas de soledad en historias románticas, vidas sin secretos en un profundo suspense, vidas de llanto en comedia, vidas mediocres en historias de ciencia ficción, vidas serenas en episodios bélicos, vidas de modernos en elegantes actos clásicos, vidas tediosas en aventuras sin fin y vidas desafinadas en alegres musicales. Todos regresaron a sus casas con el hechizo en su interior.
A los que optaron por el sofá, algo de arte puede contener una siesta si en el mejor de los casos es en buena compañía, pero ¿y la magia? Acción!!. 

QUIJOTE Y DULCINEA 2.0

En la red social twitter él era @quijote y ella se registró como @dulcinea. Se siguieron por curiosidad y a golpe de intercambio de tweets fueron intimando. Al descubrir que vivían en la misma ciudad, quisieron conocerse y quedaron. Esperaban una primera cita con un desconocido y se sorprendieron al reconocerse perfectamente. Habían coincidido en un casting para una obra de teatro sobre Cervantes. Lejos de lo esperado, ella fue rechazada para el papel de Dulcinea y a él le cogieron como Sancho Panza. Pero ahora, Sonia y Raúl podían ser los protagonistas de una auténtica historia de amor.    

jueves, 2 de junio de 2016

AFRODITA

Zina vino al mundo en una pequeña aldea situada a la orilla del río Níger en Mali. Era costumbre entre las mujeres del poblado parir bajo el agua, según la ley de la naturaleza, porque era lo más benévolo para el feto y la cercanía del río lo convertía en su mejor aliado. Su madre la había gestado desconociendo su sexo y el problema que la acompañaba. Llegó en primavera en un bochornoso día de tormenta. Tres mujeres ayudaron en su nacimiento, la abuela, la hermana y la curandera del lugar. A medida que el feto iba asomando su físico, la cara de cada una de ellas insinuaba preocupación y espanto; y es que Zina, nació con su cara desfigurada y le faltaban parte de ambos brazos. Enseguida le sobrevino el llanto, un llanto fuerte y agudo como el dolor que le atravesó a sus padres al conocerla. Durante los primeros meses la madre rechazó a Zina pensando que era un castigo divino, y su padre, preso de confusión, se cobijó en las tareas destinadas exclusivamente a los hombres para mantenerse alejado de su casa y de su maldición, como él lo consideraba, olvidándose también de dar el apoyo necesario a su mujer. Gracias a los únicos cuidados provenientes del cariño de la abuela, la niña y también la madre fueron saliendo adelante. Después de un año, en una mañana de abril, Zina recibió la primera carantoña de las manos de su madre haciéndole saber que la aceptaba y ésta, le correspondió con una sonrisa corta, como le permitía el tamaño de su boca torcida, pero llena de alegría y gratitud. Permanentemente sufría el rechazo total y cruel de la gente de la aldea, que hasta rehuían el cruce con su mirada y cualquier contacto con ella por considerarla un ser endemoniado.
Era una niña triste y temerosa; se sentía aislada de los juegos infantiles y repudiada por los otros niños que se reían de ella y se burlaban de sus malformaciones; no tenía amigos y apenas salía de su choza. Cuando se atrevía a hacerlo, a veces recibía pedradas por parte de algún vecino cobarde, que se escondía para agredirla, provocando que ella agachase su cuerpo para protegerse.   
Cuando Zina contaba con siete años, un grupo de misioneros españoles acudieron al poblado para levantar un colegio donde educar a los niños. Durante los meses que duró la obra convivieron en la aldea y tuvieron tiempo para conocer a todos sus habitantes, a los que también ayudaban en la reparación de sus chozas, en la construcción de pozos de agua potable y atendían sanitariamente a los que podían.
Julio era el misionero que se dedicaría a ser el maestro de la aldea. Cuando empezaron las clases obligó a la familia de Zina a llevarla a la escuela y prometió que cuidaría de ella de manera especial, exigiendo al resto de los niños que la respetaran; no obstante, nunca lo conseguía.
Harto de ver cómo la repudiaban, se le ocurrió una manera estupenda para mostrar que Zina era un ser singular y único. Preparó para el poblado una proyección en la que mostró piezas de arte de otras partes del mundo. Todos atendían fascinados y llenos de curiosidad. Entre las obras, seleccionó la pieza de Afrodita agachada del museo arqueológico de Córdoba, explicándoles que Afrodita era considerada la diosa de la belleza. En ese momento llamó a Zina a su lado y empezó a compararlas. Ambas tenían la cara desfigurada y les faltaban parte de sus antebrazos, además, habitualmente agachaba su cuerpo en una posición similar para esquivar las pedradas.
Todos atónitos pasaron del silencio a un murmullo ensordecedor. Julio les hizo darse cuenta de su disparate al rechazarla de esa forma tan brutal. De repente, su padre se levantó para abrazarla pidiéndole perdón entre sollozos. Poco a poco el resto de los vecinos hicieron lo mismo. El profesor descubrió la belleza oculta de Zina, que con cada abrazo se deshacía en emoción y júbilo. 
En la aldea empezaron a llamar a Zina con el apodo de “bella” y a partir de entonces fue respetada y querida. 
En cualquier persona puede esconderse una diosa que no alcanzamos a ver.

miércoles, 25 de mayo de 2016

CAFÉS PENDIENTES

Es la segunda mañana que el mismo peregrino acude frente a la catedral de León y se sitúa en el mismo punto de la plaza y a la misma hora. No es un peregrino más, al menos lleva dos días por la ciudad y no se fotografía ante el monumento; en su caso, medita con los ojos cerrados, las manos unidas y sus piernas cruzadas. Es ajeno a las miradas de los transeúntes, generosos en recelo ante cualquier asunto o cosa que se salga de la rutina; de esa rutina lapidaria que les gobierna y que llega a ser incluso cegadora. Aquí los acontecimientos y las novedades van a pasitos cortos y disimulados. Algunas personas tuercen el gesto y medio sonríen dejando constancia de que le toman por loco y de que su actitud les parece hasta sospechosa. Es muy joven y su apariencia es saludable, limpia, ordenada y serena. A pesar de no existir petición alguna por parte de este muchacho, que después de una hora continúa con su recogimiento, un hombre mayor le echa de manera brusca a los pies unas monedas, que ruedan por la acera repicando hasta chocar con sus zapatos.; le ofende su presencia y con ese gesto pretende que recoja la limosna y abandone el lugar. El joven ni siquiera se percata.
Dos chicos adolescentes, que se dirigen a su primer día en el instituto, observan la escena y le sacan fotos; se mofan de su aspecto y de su conducta.
Quizá su visita y su abstracción frente a la catedral nos está queriendo recordar que la imponente belleza de la piedra, que debido a la costumbre a veces nos pasa inadvertida, se puede también contemplar con los ojos cerrados, porque un monumento tan excepcional irradia algo más que estética y pellizca el lado espiritual de los afortunados que logran sentirlo.
Tras su meditación, se levanta tranquilo y observa desconcertado las monedas, recoge sus cosas y tímidamente el dinero. En la cafetería de al lado se expone un cartel en el que se puede leer “Aquí servimos cafés pendientes”, entra, no pide nada y utilizando la limosna deja pagados dos cafés a quien los necesite.
Continúa su camino; en su caso, un viaje que le está llevando a conocer otros lugares naturales y también espacios ocultos de su alma, en los que necesita indagar para encontrar su verdadero yo y su auténtica dicha. Persigue una meta física y mental y no se distrae con nimiedades.
Los adolescentes burlones han seguido sus pasos y entran en la cafetería; piden los dos cafés pendientes que el peregrino pagó, los toman y caminan guasones hacia el instituto donde fardan ante sus compañeros de su chiquillada. El profesor, que espera dentro de clase, escucha la travesura y afea a los chavales su comportamiento al privar de dos tazas calientes a seres que duermen sobre el frío asfalto. Los chicos se avergüenzan y piden disculpas.
El profesor, preso de su propio bochorno, calla y escucha la voz de su conciencia; él fue quien despreció a aquel peregrino y le trató como a un indigente necesitado de piedad, regalándole una caridad cargada de menosprecio y nada generosa en consideración. La compasión entonces la sintió por sí mismo. A la mañana siguiente acudió a la plaza de la catedral para lavar su remordimiento; entró en la cafetería y dejó pagado un café pendiente para templar al que lo necesite. A partir de entonces, cada día hizo lo mismo, abonaba un café y se iba. Le movía la esperanza de que para algún peregrino o mendigo el amanecer fuese al menos reconfortante. 

Reflexión 32

En general, damos importancia a cosas que no son importantes. Deberíamos vivir preparados porque tarde o temprano la vida nos enseñará la diferencia entre lo prioritario y lo absurdo y esta lección, a veces, llega tarde para recuperar aquello crucial que habíamos obviado.

LAS SANDALIAS GASTADAS

En esa calurosa mañana decidió calzarse aquellas viejas sandalias. Se sorprendió gustosa al comprobar que seguían encajando como un guante en sus pies, las observó, estaban gastadas y algo ajadas por el implacable paso del tiempo y por las vivencias recorridas y hasta pisoteadas con ellas. Sonrió levemente con esa sonrisa que tan sólo aparece cuando los gratos recuerdos y las lindas sensaciones se adueñan de uno. Habían perdido color, seguramente los rayos del sol incidiendo en las ociosas tardes de verano hayan tenido gran parte de culpa. Algunos de sus adornos habían desaparecido y se intuía la tela sobre la que estaban cosidos, era de color bronce. Pensaba en la posibilidad de que algún abalorio, se hubiera quedado enterrado y por decisión propia, en la arena de aquellas playas que descubrió, y cuya belleza salvaje invitaba a vivir permanentemente en ellas; otros, en cambio, se habrían caído durante los bailes que se marcó, en ocasiones hasta el amanecer, al compás de las canciones que la hacían vibrar. Pero de uno de ellos, la bolita plateada que guardaba un pequeño cascabel en su interior, era totalmente consciente del momento en el que se desprendió; fue en una cita con su amor, notó cómo se soltaba y caía mientras ella corría hacia sus brazos llena de emoción y de sensaciones; no se paró a recogerla, oyó su tintineo contra el suelo y no pudo hacer más, se quedó allí, rodando por la acera impulsada por la ligera brisa del anochecer. Del resto de los adornos que faltaban nada se sabía, quizás alguno se soltó con la misma sutileza y a la par que su ropa, siempre que él la desnudaba; otros podrían haberse quedado en alguno de los países que visitó, no importaba, le gustaban esas sandalias y lo que le hacían rememorar. Cesaron los recuerdos, se las anudó y salió a la calle para gastar el día y quién sabe si para encontrar, por sorpresa, ese revoltoso cascabel. 

lunes, 23 de mayo de 2016

EL PROPIO OLVIDO


"En esta casa no vive Mizuki Tanaka", gritó furiosa a la cartera cerrando la puerta bruscamente. Las cartas eran de Catalina, su amiga de juventud, que extrañada por la correspondencia devuelta y por no tener noticias en unos meses, decidió telefonear. Atendió la llamada Mizuki: "No, aquí no vive; ¿es usted la que trae las cartas", preguntó en esta ocasión con tono dulce. Su hija tomó el teléfono: "Hola Catalina, sí, hablabas con ella, desde hace tiempo no recuerda nada, cree que es española…". Compungida, añadió: "Mi madre se ha mudado al olvido". Al fondo se escuchaba: "Es increíble, ¡cómo pueden confundirme con una japonesa!"

jueves, 19 de mayo de 2016

Reflexión 31

Actúas contigo mismo según te quieres y con los demás según les respetas.

Reflexión 30

Somos el producto de nuestro pensamiento. Nuestras emociones internas nos construyen. Si solamente creamos amarguras, rencores y negaciones, nuestra vida será una casa en ruinas. Si por el contrario somos creadores de amor, alegrías y certezas, nuestra casa será sólida, llena de flores y de luz, con bellas vistas y espacios que te abrazan.

lunes, 16 de mayo de 2016

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Desde el otro lado del planeta se activó el protocolo. En la habitación 112 del hospital palpitaron con entusiasmo las ganas de vida al anunciarse la llegada del anhelado corazón. El tiempo dejó de ser enemigo y comenzó a medirse en latidos de esperanza. Al conocerse el accidente de la avioneta que trasladaba el órgano, hundida en el océano, las horas frenaron haciendo derrapar las ilusiones engendradas. Ya no había pulso, sólo el que la adversidad le echaba de nuevo a un corazón exhausto que finalmente no pudo empujar. En las habitaciones aledañas tocó a la puerta una mano amiga regalando una segunda oportunidad.

jueves, 12 de mayo de 2016

Aire otoñal

Llegó la soledad a las terrazas que se quedan desprovistas de jubilosas risas y del corrillo de las voces. Tan sólo encontramos sillas desordenadas por un viento revoltoso, que tarde o temprano, erosionará los recuerdos de lo acontecido si no los has apuntalado con algo de pasión.
Al alba las mesas se salpican de gotas de rocío sustituyendo a las cañas y otros caldos espirituosos que fueron protagonistas de la estampa veraniega. 
La calle se despoja del jolgorio que, como fuegos artificiales, estallaba en las noches templadas y largas.
Los afortunados buscaremos refugio en nuestro escondrijo construido a base de brindis, emociones, amigos, amor, miradas, color, encuentros, besos, sol, descanso y alegría.
Oscurece sobre la calle y sobre las horas. Una brisa fresca lo inunda todo provocando el vuelo juguetón de los vestidos y que el cosquilleo del aire se cuele en la piel.
Aunque se enfríen los días evita que se hielen tus palabras anudando al cuello un pañuelo para que sigan expresando calidez.
El abanico se despide con un último movimiento misterioso y de un amplio significado.
Definitivamente se cuela el otoño sin desespero ni soledad; y se nos presenta como un aliado que ofrece una nueva etapa repleta de oportunidades y de vida!!

lunes, 9 de mayo de 2016

TRUENA LIBERTAD

El agua espantaba a las avispas escondidas bajo las hojas que minutos atrás revoloteaban amenazantes, azuzadas por el calor pegajoso de la tarde. Sus zumbidos cesaron con la tormenta. También tronaba en su casa. María, muda en gritos y ciega de lágrimas, dio el último portazo y huyó desafiando su tempestad vital. Pisoteó corriendo el jardín cubierto de charcos que mancharon de barro sus piernas desnudas. Empapada miró al cielo decorado por un arco iris que anunciaba su libertad y se reencontró con la mujer feliz que fue hasta el primer zarandeo. El tortazo final marcó el rostro de él, que se pudrió encarcelado acompañado por la debida soledad.

sábado, 7 de mayo de 2016

viernes, 6 de mayo de 2016

Reflexión 26

Lo importante de la balanza es la pesa que la equilibra.

Reflexión 25

A las brujas tarde o temprano les brota una verruga. A las ninfas en cambio, les crecen alas.

¿Estás?

No me gusta la gente que se limita a hacer acto de presencia, por el contrario adoro a la gente que está, que se pringa. Que está a mi lado, conmigo, en días buenos, en días malos, cerca, lejos, opinando diferente, enseñándome cosas, apoyándome, hablando o sin hablar, regalándome sonrisas y abrazos, compartiendo momentos, llevándome la contraria, luchando juntos, esforzándose por atesorar instantes comunes. Sólo con ellas puedo gestar ilusiones, simplemente porque están. ¿Estás?

miércoles, 4 de mayo de 2016

8 CARICIAS

En mi bolsillo interior, en ese en el que se guarda con mimo las cosas de valor que temes perder y que por el contacto directo con tu cuerpo controlas que siguen ahí, en ese, atesoro la colección de caricias que me has regalado.
La primera precedió a nuestro inicial abrazo, recorrió mis hombros y me balanceó de sentimientos.
Con la que me obsequiaste en segundo lugar, no fue fruto de tus manos, me la concedió tu lengua mojando mis pezones, los humedeciste y me humedeciste.
La tercera la noté en mi mano cuando se anudó a la tuya y me anclaste a tu vida.
La cuarta viajó a lo largo de mi espalda hasta llegar a mis nalgas, allí tus manos se agarraron con fuerza para equilibrar el ímpetu de nuestros sexos unidos.
De la quinta, silenciosa y privada, sólo me percaté yo y mi muslo en donde se posó por debajo de la mesa; significaba: "estoy aquí a tu lado, no temas, todo está bien y te quiero".
La sexta me acunó mientras dormía junto a ti, dotó a mis sueños de una dulzura y bienestar exquisitos.
La séptima es insistente y me la otorga tu voz con cada piropo, con cada delicadeza, con cada palabra cariñosa que me lanzas.
La octava se enmarañó en mi pelo mientras me besabas con emoción, desordenó mi rutina para convertirla en pura vida.
Ocho caricias, ocho porque es fácil hacerlas eternas; tan sólo tengo que virar su sentido 90 grados en dirección al corazón y el número se convierte en infinito; como infinito es mi deseo de acariciarte...

lunes, 2 de mayo de 2016

FRACASO TRIUNFAL

"Es como sale mejor, créeme", afirmó Pilar a su hija que se casaba en una hora. Añadió sabios consejos que le ayudarían, según ella, a recorrer el sendero del matrimonio con éxito. "Trátale con desgana y malhumor. No te excedas en cariños ni apasionamientos. Miéntele con su mejor amigo y provoca que lo descubra. No se te ocurra tener hijos. Sé caprichosa y arruínale. Vivirá enamorado de ti perennemente y nunca te abandonará. Así es, querida. Si le quieres para siempre a tu lado, ignórale todos los días. Habrás fracasado en la vida pero triunfado en el amor".

Letras 5

No hacen falta amplios horizontes para percibir la fortuna que te rodea. Yo soy más de pequeños y delicados rincones en los que el espacio me abraza y vigila que no se escape ni uno solo de los motivos que me hacen suspirar de alegría. Quizá, me conformo con poco o quizá, la felicidad es mucho más sencilla de lo que creemos. Lo difícil consiste en valorar la simpleza de las cosas sin necesidad de haberlas perdido.   

viernes, 29 de abril de 2016

Reflexión 24

Sin principios, ¿qué final esperas?

Letras 4

Yo siento, amo, vibro.... existo. Escribo la historia de la que soy protagonista para algún día recordar quién fui, cómo sentí y cómo viví; al mirarme al espejo podré reconocer a aquella mujer de mi relato. Yo sentía, yo amaba, yo vibraba, yo... existí.