martes, 7 de junio de 2016

SOMBRAS ELOCUENTES

Podemos vernos reflejados en un espejo, pero también en nuestra propia sombra. Aunque parece una visión opaca puede desvelar los más profundos sentimientos; y esto sucede con el reflejo que nos precede mientras paseamos entrelazados y el que se muestra tímido con nuestros besos. El blanco y negro de la silueta puede exhibir el color de las sonrisas cómplices que derrochan nuestros labios; no se ven, pero son tan sinceras y plenas que se intuyen como el trazo impreciso de un boceto, que por un instante es arte, incluso si no termina en la realidad de un lienzo. La sombra nos engulle, se apodera de nuestras sensaciones y devuelve ilusiones escondidas y deseos callados. Brilla a pesar de su penumbra y grita los silencios del alma. Nuestra sombra es cristalina y clara como la voz cuando nos susurramos “te quiero” y carece de tinieblas que nos atormenten. Todo es luz en esa imagen velada que nos duplica. Y es, en esa opacidad libre de detalles, donde hallamos el amor más puro e íntimo y somos nosotros sin ser vistos, expuestos al mundo en esencia y ocultos en nimiedad. 

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