lunes, 6 de junio de 2016

VIDAS DE CINE

Transcurría el día en una ciudad congelada por el azote del invierno. La mayor parte de sus habitantes decidieron planificar tarde de sofá y manta y soporíferamente agotar el domingo. Otros, pocos, decidieron cobijarse al abrigo de una sala de cine. A punto de ser las ocho, en la cola de la taquilla esperaba gente variopinta que en algunos casos compartían la elección de la película.
A la vista, eran muy distintos y heterogéneos en estados civiles, inclinaciones políticas, hobbies, formas de ser y de pensar, gustos musicales y sexuales, platos favoritos, e incluso diferían en su hora de preferencia para pegarse una ducha o en tomar café sólo o con leche.
Se apagaron las luces y se iluminó la pantalla. Aún se intuía un débil murmullo en la sala que enmudeció. Ocasionalmente, se percibían manos revolviendo entre los cucuruchos de las palomitas; las de los enamorados eran más silenciosas... Todos, como Alicia en el País de las Maravillas, por una hora y veinticuatro minutos traspasaron la pantalla para colarse en la historia y vivirla en su piel y en sus entrañas. Real y suya. En los créditos finales, aquellas personas diferentes se sabían semejantes en emociones. Formaron parte de la película a través de sus personajes. Y es que el cine, además de arte, tiene una gran dosis de magia para lograr transformar durante la proyección las vidas del público en otras que les inviten a soñar. 
Vidas de drama en historias fantásticas, vidas comunes en cintas de acción, vidas maravillosas en guiones terroríficos, vidas quietas en animadas, vidas sin caricias en morbosos episodios pornográficos, vidas elocuentes en mudas, vidas de soledad en historias románticas, vidas sin secretos en un profundo suspense, vidas de llanto en comedia, vidas mediocres en historias de ciencia ficción, vidas serenas en episodios bélicos, vidas de modernos en elegantes actos clásicos, vidas tediosas en aventuras sin fin y vidas desafinadas en alegres musicales. Todos regresaron a sus casas con el hechizo en su interior.
A los que optaron por el sofá, algo de arte puede contener una siesta si en el mejor de los casos es en buena compañía, pero ¿y la magia? Acción!!. 

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