miércoles, 29 de junio de 2016

Reflexión 35

El tiempo, ese puñado de arena que se escurre por los dedos. Aún cerrando el puño con fuerza logra superar el secuestro, y superarnos. El tiempo nos gana siempre la batalla, día a día, hora a hora, paso a paso. Somos nosotros los que corremos tras él para, en el mejor de los casos, aprovecharlo. Nos engaña y oculta su avance cuando encontramos un antiguo reloj parado o cuando las campanas no danzan ni redoblan. Desgraciadamente, sólo somos conscientes de su valor cuando queda un único granito de arena rodando por nuestra palma, convirtiéndose en nuestro mayor tesoro; y es entonces cuando lo cuidamos y no lo perdemos de vista, lo mimamos pero siempre acaba escapando con nuestro propio destino.

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