A quien te regala miseria debes responderle con el mayor de los agradecimientos para enseñarle lo que es la generosidad.
En ocasiones veo letras y escribo. A veces pienso y hasta reflexiono. En ocasiones, a veces, soy, pienso y escribo. Pasen y lean.
jueves, 30 de junio de 2016
miércoles, 29 de junio de 2016
Reflexión 35
El tiempo, ese puñado de arena que se escurre por los dedos. Aún cerrando el puño con fuerza logra superar el secuestro, y superarnos. El tiempo nos gana siempre la batalla, día a día, hora a hora, paso a paso. Somos nosotros los que corremos tras él para, en el mejor de los casos, aprovecharlo. Nos engaña y oculta su avance cuando encontramos un antiguo reloj parado o cuando las campanas no danzan ni redoblan. Desgraciadamente, sólo somos conscientes de su valor cuando queda un único granito de arena rodando por nuestra palma, convirtiéndose en nuestro mayor tesoro; y es entonces cuando lo cuidamos y no lo perdemos de vista, lo mimamos pero siempre acaba escapando con nuestro propio destino.
lunes, 27 de junio de 2016
LA DIVINA SOLEDAD
Como si de una plaga venenosa se tratara, evita entrar en una iglesia y esquiva cualquier trato con clérigos, monjas, alevines y simpatizantes devotos. Profesa el ateísmo y su aversión religiosa le señala como un maniático loco y rebelde. No acudió tan siquiera al entierro de su madre y fue condenado al olvido por su beata familia, de arraigado pasado católico y notorio presente cristiano. Ignoran que con siete años dejó de creer para empezar a rezar cuando el cerrojo de la sacristía giró mientras la sotana se abría para atrapar su inocencia. La mayor bendición fue escapar de la secta y abrazar la divina soledad.
jueves, 23 de junio de 2016
martes, 21 de junio de 2016
lunes, 20 de junio de 2016
ENIGMA DE GANCHILLO
“Cuelgan de las cuerdas de la del quinto”,
cuchichean en
el rellano. Misterio resuelto. Agustina,
anciana de raza blanca del barrio de Triana, sustrae a traición unos pañitos de
ganchillo de Carmina, que el pasado lunes, fiesta de Todos los Santos, cayeron,
al tenderlos, al patio de la corrala. Carmina, afectadísima, alerta del robo en
la reunión de vecinos del miércoles. Cuenta entre aspavientos que apresurada
por la cita con su marido, fallecido recientemente, los quiso recoger al regresar
del cementerio pero habían desaparecido... En el número 15 de la calle Betis
los vecinos se afanan en el caso, ignorando que Agustina seguía órdenes de
Diógenes.
viernes, 17 de junio de 2016
Letras 7
Los árboles se balancean con el viento. Yo también me convierto en brisa que acude a tu ventana para mirarte a través de los cristales, te contemplo y deseo tu cuerpo. Me cuelo por la rendija de una ventana entreabierta y avivo la leña del fuego de tu hogar, te recorro como una caricia fresca mientras muerdes la almohada de placer. Tus manos se agarran a las arrugas de las sábanas que te cubren y te desnudan y me recuesto a tu lado, en tu cama, en silencio, apreciando cómo escapa sigiloso el tiempo y cómo me atrapa el susurro de tu compañía.
lunes, 13 de junio de 2016
UNA MALETA LLENA DE MIEDOS
Las mañanas, si no llueve, anuncian un día de lleno en la playa. Pegados a sus prismáticos vigilan un mar, hoy calmado, al son de la intriga de los latidos de sus corazones, encogidos por el drama diario que intentan apaciguar. Atisban una patera agonizante y emerge el caos. Gritos de socorro, llantos, respiraciones ahogadas y agradecimientos. Tumbados en la arena en sus ojos aún humean brasas de pánico. Afrontan la vida con lo puesto y arrastrando una maleta cargada de miedos y renuncias. Alcanzaron tierra en Costa Esperanza y sonríen. La realidad les enseñará que su destino es una Europa insolidaria, egoísta y cruel.
martes, 7 de junio de 2016
SOMBRAS ELOCUENTES
Podemos
vernos reflejados en un espejo, pero también en nuestra propia sombra. Aunque
parece una visión opaca puede desvelar los más profundos sentimientos; y esto
sucede con el reflejo que nos precede mientras paseamos entrelazados y el que se
muestra tímido con nuestros besos. El blanco y negro de la silueta puede
exhibir el color de las sonrisas cómplices que derrochan nuestros
labios; no se ven, pero son tan sinceras y plenas que se intuyen como el
trazo impreciso de un boceto, que por un instante es arte, incluso si no termina
en la realidad de un lienzo. La sombra nos engulle, se apodera de nuestras
sensaciones y devuelve ilusiones escondidas y deseos callados. Brilla a pesar
de su penumbra y grita los silencios del alma. Nuestra sombra es cristalina y
clara como la voz cuando nos susurramos “te quiero” y carece de tinieblas que
nos atormenten. Todo es luz en esa imagen velada que nos duplica. Y es, en esa
opacidad libre de detalles, donde hallamos el amor más puro e íntimo y somos nosotros
sin ser vistos, expuestos al mundo en esencia y ocultos en nimiedad.
NATA Y CHOCOLATE
Aquel día de verano de 1945 su novia Clara
cumplía veinticinco años, exactamente a las ocho de la tarde, hora en la que nació.
Le preparó una fiesta sorpresa en el jardín. Mientras los invitados esperaban escondidos
entre los árboles, los farolillos danzaban por la brisa del atardecer. El
espumoso champagne reposaba en la nevera.
Destacaba en el césped una enorme tarta de tres
pisos repleta de velas clavadas entre la nata y el chocolate. Alguien alertó “Falta
una, hay veinticuatro”. Sonó al fondo el teléfono. Las manecillas del reloj marcaban
las ocho en punto. La vela olvidada se consumió sin encender.
lunes, 6 de junio de 2016
Letras 6
Era feliz. De esa clase de felicidad rebosante de lágrimas. A menudo regalaba sonrisas plenas pero rotas por dentro. Fingía alegrías y engañaba a su corazón herido. Era feliz a pesar de los añicos dispersos de su risa, a pesar de no serlo.
VIDAS DE CINE
Transcurría el día en una ciudad congelada por el azote del invierno.
La mayor parte de sus habitantes decidieron planificar tarde de sofá y manta y
soporíferamente agotar el domingo. Otros, pocos, decidieron cobijarse al abrigo
de una sala de cine. A punto de ser las ocho, en la cola de la taquilla esperaba
gente variopinta que en algunos casos compartían la elección de la película.
A la vista, eran muy distintos y heterogéneos en estados civiles,
inclinaciones políticas, hobbies, formas de ser y de pensar, gustos musicales y sexuales, platos favoritos, e incluso diferían en su hora de preferencia
para pegarse una ducha o en tomar café sólo o con leche.
Se apagaron las luces y se iluminó la pantalla. Aún se intuía un débil
murmullo en la sala que enmudeció. Ocasionalmente, se percibían manos
revolviendo entre los cucuruchos de las palomitas; las de los enamorados eran
más silenciosas... Todos, como Alicia en el País de las Maravillas, por una
hora y veinticuatro minutos traspasaron la pantalla para colarse en la historia
y vivirla en su piel y en sus entrañas. Real y suya. En los créditos finales,
aquellas personas diferentes se sabían semejantes en emociones. Formaron
parte de la película a través de sus personajes. Y es que el cine, además de
arte, tiene una gran dosis de magia para lograr transformar durante la proyección las vidas del público en otras que les inviten a soñar.
Vidas de drama en historias fantásticas, vidas comunes en cintas de acción, vidas maravillosas en guiones terroríficos, vidas quietas en animadas, vidas sin caricias en morbosos episodios pornográficos, vidas elocuentes en mudas, vidas de soledad en historias románticas, vidas sin secretos en un profundo suspense, vidas de llanto en comedia, vidas mediocres en historias de ciencia ficción, vidas serenas en episodios bélicos, vidas de modernos en elegantes actos clásicos, vidas tediosas en aventuras sin fin y vidas desafinadas en alegres musicales. Todos regresaron a sus casas con el hechizo en su interior.
A los que optaron por el sofá, algo de arte puede contener una siesta si en el mejor de los casos es en buena compañía, pero ¿y la magia? Acción!!.
Vidas de drama en historias fantásticas, vidas comunes en cintas de acción, vidas maravillosas en guiones terroríficos, vidas quietas en animadas, vidas sin caricias en morbosos episodios pornográficos, vidas elocuentes en mudas, vidas de soledad en historias románticas, vidas sin secretos en un profundo suspense, vidas de llanto en comedia, vidas mediocres en historias de ciencia ficción, vidas serenas en episodios bélicos, vidas de modernos en elegantes actos clásicos, vidas tediosas en aventuras sin fin y vidas desafinadas en alegres musicales. Todos regresaron a sus casas con el hechizo en su interior.
A los que optaron por el sofá, algo de arte puede contener una siesta si en el mejor de los casos es en buena compañía, pero ¿y la magia? Acción!!.
QUIJOTE Y DULCINEA 2.0
En la red social twitter él era @quijote y ella se registró como
@dulcinea. Se siguieron por curiosidad y a golpe de intercambio de tweets
fueron intimando. Al descubrir que vivían en la misma ciudad, quisieron
conocerse y quedaron. Esperaban una primera cita con un desconocido y se
sorprendieron al reconocerse perfectamente. Habían coincidido en un casting
para una obra de teatro sobre Cervantes. Lejos de lo esperado, ella fue
rechazada para el papel de Dulcinea y a él le cogieron como Sancho Panza. Pero
ahora, Sonia y Raúl podían ser los protagonistas de una auténtica historia de
amor.
jueves, 2 de junio de 2016
AFRODITA
Zina vino al mundo en una pequeña aldea situada a la orilla del río
Níger en Mali. Era costumbre entre las mujeres del poblado parir bajo el agua,
según la ley de la naturaleza, porque era lo más benévolo para el feto y la
cercanía del río lo convertía en su mejor aliado. Su madre la había gestado
desconociendo su sexo y el problema que la acompañaba. Llegó en primavera en un
bochornoso día de tormenta. Tres mujeres ayudaron en su nacimiento, la abuela,
la hermana y la curandera del lugar. A medida que el feto iba asomando su
físico, la cara de cada una de ellas insinuaba preocupación y espanto; y es que
Zina, nació con su cara desfigurada y le faltaban parte de ambos brazos.
Enseguida le sobrevino el llanto, un llanto fuerte y agudo como el dolor que le
atravesó a sus padres al conocerla. Durante los primeros meses la madre rechazó
a Zina pensando que era un castigo divino, y su padre, preso de confusión, se cobijó
en las tareas destinadas exclusivamente a los hombres para mantenerse alejado
de su casa y de su maldición, como él lo consideraba, olvidándose también de dar el
apoyo necesario a su mujer. Gracias a los únicos cuidados provenientes del
cariño de la abuela, la niña y también la madre fueron saliendo adelante. Después
de un año, en una mañana de abril, Zina recibió la primera carantoña de las
manos de su madre haciéndole saber que la aceptaba y ésta, le correspondió con
una sonrisa corta, como le permitía el tamaño de su boca torcida, pero llena de
alegría y gratitud. Permanentemente sufría el rechazo total y cruel de la gente
de la aldea, que hasta rehuían el cruce con su mirada y cualquier contacto con ella
por considerarla un ser endemoniado.
Era una niña triste y temerosa; se sentía aislada de los juegos infantiles y repudiada por los otros niños que se reían de ella y se burlaban de sus malformaciones; no tenía amigos y apenas salía de su choza. Cuando se atrevía a hacerlo, a veces recibía pedradas por parte de algún vecino cobarde, que se escondía para agredirla, provocando que ella agachase su cuerpo para protegerse.
Cuando Zina contaba con siete años, un grupo de misioneros españoles acudieron al poblado para levantar un colegio donde educar a los niños. Durante los meses que duró la obra convivieron en la aldea y tuvieron tiempo para conocer a todos sus habitantes, a los que también ayudaban en la reparación de sus chozas, en la construcción de pozos de agua potable y atendían sanitariamente a los que podían.
Julio era el misionero que se dedicaría a ser el maestro de la aldea. Cuando empezaron las clases obligó a la familia de Zina a llevarla a la escuela y prometió que cuidaría de ella de manera especial, exigiendo al resto de los niños que la respetaran; no obstante, nunca lo conseguía.
Harto de ver cómo la repudiaban, se le ocurrió una manera estupenda para mostrar que Zina era un ser singular y único. Preparó para el poblado una proyección en la que mostró piezas de arte de otras partes del mundo. Todos atendían fascinados y llenos de curiosidad. Entre las obras, seleccionó la pieza de Afrodita agachada del museo arqueológico de Córdoba, explicándoles que Afrodita era considerada la diosa de la belleza. En ese momento llamó a Zina a su lado y empezó a compararlas. Ambas tenían la cara desfigurada y les faltaban parte de sus antebrazos, además, habitualmente agachaba su cuerpo en una posición similar para esquivar las pedradas.
Todos atónitos pasaron del silencio a un murmullo ensordecedor. Julio les hizo darse cuenta de su disparate al rechazarla de esa forma tan brutal. De repente, su padre se levantó para abrazarla pidiéndole perdón entre sollozos. Poco a poco el resto de los vecinos hicieron lo mismo. El profesor descubrió la belleza oculta de Zina, que con cada abrazo se deshacía en emoción y júbilo.
En la aldea empezaron a llamar a Zina con el apodo de “bella” y a partir de entonces fue respetada y querida.
En cualquier persona puede esconderse una diosa que no alcanzamos a ver.
Era una niña triste y temerosa; se sentía aislada de los juegos infantiles y repudiada por los otros niños que se reían de ella y se burlaban de sus malformaciones; no tenía amigos y apenas salía de su choza. Cuando se atrevía a hacerlo, a veces recibía pedradas por parte de algún vecino cobarde, que se escondía para agredirla, provocando que ella agachase su cuerpo para protegerse.
Cuando Zina contaba con siete años, un grupo de misioneros españoles acudieron al poblado para levantar un colegio donde educar a los niños. Durante los meses que duró la obra convivieron en la aldea y tuvieron tiempo para conocer a todos sus habitantes, a los que también ayudaban en la reparación de sus chozas, en la construcción de pozos de agua potable y atendían sanitariamente a los que podían.
Julio era el misionero que se dedicaría a ser el maestro de la aldea. Cuando empezaron las clases obligó a la familia de Zina a llevarla a la escuela y prometió que cuidaría de ella de manera especial, exigiendo al resto de los niños que la respetaran; no obstante, nunca lo conseguía.
Harto de ver cómo la repudiaban, se le ocurrió una manera estupenda para mostrar que Zina era un ser singular y único. Preparó para el poblado una proyección en la que mostró piezas de arte de otras partes del mundo. Todos atendían fascinados y llenos de curiosidad. Entre las obras, seleccionó la pieza de Afrodita agachada del museo arqueológico de Córdoba, explicándoles que Afrodita era considerada la diosa de la belleza. En ese momento llamó a Zina a su lado y empezó a compararlas. Ambas tenían la cara desfigurada y les faltaban parte de sus antebrazos, además, habitualmente agachaba su cuerpo en una posición similar para esquivar las pedradas.
Todos atónitos pasaron del silencio a un murmullo ensordecedor. Julio les hizo darse cuenta de su disparate al rechazarla de esa forma tan brutal. De repente, su padre se levantó para abrazarla pidiéndole perdón entre sollozos. Poco a poco el resto de los vecinos hicieron lo mismo. El profesor descubrió la belleza oculta de Zina, que con cada abrazo se deshacía en emoción y júbilo.
En la aldea empezaron a llamar a Zina con el apodo de “bella” y a partir de entonces fue respetada y querida.
En cualquier persona puede esconderse una diosa que no alcanzamos a ver.
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