lunes, 24 de octubre de 2016

LA VIDA A DOS VELOCIDADES

Al otro lado de la ventana se mostraba la bofetada de la indigencia. Luis observaba a un hombre maltrecho y sucio que, rozando la ancianidad, arrastraba con colosal esfuerzo las pocas pertenencias que le quedaban, además de una vida roída por la desgracia. Su fracturada pierna izquierda apenas le permitía un corto y silencioso arrastre en su caminar. Le siguió a lo largo de la extensa galería hasta que le perdió de vista. Pensó en lo afortunado que era. Él podía recorrer esa distancia mucho más rápido con su silla de ruedas. 
A pesar del accidente, la velocidad seguía siendo su obsesión.

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