lunes, 17 de octubre de 2016

HOGAR EN LLAMAS


Cuando se prendieron las cortinas de la cocina la humareda se adueñó del patio de la corrala y los vecinos sobresaltados corrieron al primero izquierda. Tiraron la puerta abajo y descubrieron a Pedro quieto, delante de la nevera, aplaudiendo sonriente y emocionado. Forcejearon con él para auxiliarle e intentar extinguir el pequeño incendio. Pedro les gritaba que no lo hicieran. Insistía que desde hacía ocho meses en esa casa no se sentía calor, ni de hogar ni de ningún tipo. Esas cortinas le recordaban al ardor de la pasión, al amor en llamas del que ahora sólo quedaban cenizas, junto a las del funeral de su mujer.

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