miércoles, 21 de diciembre de 2016

AUSENCIAS QUE RASPAN

Habían pasado dos meses desde su adiós; sonó como tantas otras veces y parecía uno más. Él creía cada día en un regreso que nunca llegaba. Esa tarde el estío golpeaba la solitaria acera de su vida. Bajó con cuidado sus enseres favoritos y recreó su rincón preferido. A la manta se agarraban aromas de piel. Lloró mientras colocaba el libro que no terminaría de leer a su lado y cuyo final no se atrevía a descubrir. Con tiza dibujó dos peces nadando hacia un beso. Uno se quedó en la raspa. Con los restos de su felicidad no había ni para sobras, sólo quedaban espinas clavadas en su desdicha. Esperó desde la ventana varias horas a que por fortuna apareciese sentada allí, como siempre para no irse nunca. La pecera rebosaba un abandono tan profundo en el que sólo cabía zambullirse para olvidarse de esperar.  

Fotografía de Marta SARABIA MAZA, titulada "Como en casa"


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