miércoles, 25 de enero de 2017

DESERT

El desierto custodia el último segundo del reloj del mundo.

Hoy soñé que el final del tiempo se encontraba en el desierto; mis manos se convertían en relojes de arena en las que se escurría con fluidez el pasado y alguno de sus momentos quemaban mis yemas causándome un profundo dolor.

Noté arena que se pegaba a mi piel y vi cómo se deslizaban momentos felices, a los que a golpe de lazo, intentaba agarrar antes de que se borrara la última sonrisa que provocaron. Con cierta pericia conseguía que instantes alegres no se filtraran y se perdieran en el reseco suelo del olvido.

Arena tramposa la del reloj del mundo; me pregunto cuántos pasos habrá tatuado y cuántas manos la habrán acariciado antes de ahogarse allí para siempre
Transcurría la vida entre mis dedos mientras mis pasos intentaban avanzar por ese suelo agrietado y duro con la continua esperanza de un oasis en el que pudiese descubrir el reflejo de mi futuro. Con inmenso interés fijaba mi mirada en el abismo de sus ojos, no conseguía adivinar lo que esos granos me querían contar, pero vislumbraba tiempos intensos y gratos, y con eso era suficiente. 

Hoy soñé que el tiempo se escurría entre mis manos, podía acariciar su cadencia y ralentizar su paso. Y ahora despierta, lo único que me perturba es saber que nunca podré amortiguar el salto al vacío que damos al existir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario