lunes, 6 de febrero de 2017

BAJO LLAVE

El armario donde acababa de encerrar a su muñeca es la única reliquia que rescató de la casa de sus abuelos en la aldea. Fue necesaria una gran labor de restauración, como la que hacía por las noches con su carcomida alma, para que volviera a lucir imponente. En cada puerta dibujó dos grandes ojos que lo convertían en un objeto cargado de misterio. Tras los juegos, guardaba con el mimo de un ritual a la muñeca con todos sus accesorios: zapatitos, vestidos, collares, pelucas, set de maquillaje, cajitas de pestañas postizas, rellenos de silicona, boas de plumas, y ocultaba, entre todo ello, las cuchillas de afeitar.

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