martes, 21 de febrero de 2017

LA ESPERANZA HUELE A PRIMAVERA Y SABE A CEREZA

Lunes por la tarde, miro por la ventana mientras me pongo el abrigo antes de cerrar la oficina. Me doy cuenta de que los días empiezan a crecer. La oscuridad se empequeñece y mis emociones comienzan a rascar el ánimo. Lucirán muchas lunas antes del solsticio de verano, pero ya me encuentro llena de esperanza, renovada en ilusiones, menguante en soledad y creciente de entusiasmo. La esperanza huele a primavera y sabe a cereza. Un atardecer chulesco me guiña el ojo porque se reconoce vencedor. Y vencido ha quedado el tedio, que agita la bandera blanca pidiendo clemencia. Nadie se resiste a una cálida noche de verano mirando estrellas. Quiero abandonar el invierno y abandonarme. Quiero cerrar los ojos al sol y abrir la ventana al alma para que se escape sin pudor a danzar pizpireta a través de mi piel. La sonrisa preparada para que sólo la callen los besos. Pongo la diversión a macerar y sirvo dos copas de humor, porque todo brindis debe terminar en alegría y buen rollito, en caso contrario, no lo dudes, eres puro invierno.    

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