lunes, 2 de octubre de 2017

LIBERTAD

La ciudad del amor pliega la tarde con una fina lluvia sobre la cara de Eva. Unas gotas dispersas resbalan por sus mejillas para mezclarse con los restos del salitre de lágrimas resecas. Minutos atrás, al sentirse libre, las había escupido desde el pozo de su alma tras salir de la comisaría. Abrió el paraguas para proteger su cuerpo de la tormenta y se llevó la mano al bolsillo de su gabardina. Acarició el folio de la denuncia por malos tratos y su tacto le hizo saber que era el momento de volar y de que las heridas dejarán de escocer.

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