lunes, 20 de marzo de 2017

POR LA BORDA

Se asomó sola por la escotilla para ver amanecer. El punzante sol la cegaba y se frotó los ojos. Caminó por la cubierta haciendo memoria de la fiesta de anoche, cumpleaños de su hermana, a la que acudió toda la pandilla de adolescentes para jugar a ser viejos rockeros. Sorteó cristales rotos y rodajas de limones resecos; del mástil colgaban dos sujetadores y un pañuelo ensangrentado. Se inquietó al llamar a sus amigos sin obtener respuesta. Un mareo la obligó a sujetarse a la barandilla llena de pegotes de tarta y observó los cuerpos en el agua rodeados de sangre. Flotaban sin vida mientras ella se hundía de dolor.

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