“Desde ese día nadie vende barquillos en el parque”, así terminaba el
cuento que la profesora acababa de leer antes del recreo a los pequeños que correteaban
revoltosos invadiendo la calle con sus risas. Una niña tirando de la mano de su
hermano se acercó a la profesora y preguntó: “Profe, ¿qué son los barquillos?”
A continuación, su tímido hermano añadió: ”¿Qué es un parque?”. Hay cosas
imposibles de explicar cuando el mundo se limita a unas favelas inundadas de
barro y heces, pensó la maestra. Mientras les acariciaba la cara, sólo pudo
responder con voz temblorosa: “Nunca dejéis de soñar”.
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