martes, 29 de marzo de 2016

La hora que se perdió

¿Qué pasa si conoces al amor de tu vida en la noche en la que se debe cambiar la hora? ¿Qué pasa cuando en tu noche son las tres y en su noche las cuatro? ¿Dónde estabas tú a las dos de la mañana? ¿Dónde estaba él? ¿Cuándo fueron las dos de la mañana? ¿Y las tres?
Ante tantas preguntas sin respuesta decides parar tu reloj y congelar la variable tiempo, porque ya se sabe que hasta un reloj parado acierta dos veces al día; y tú que siempre quisiste saber dónde estaba el amor, descubriste que el amor estaba ahí, en esa hora perdida, en el presente, escondido en esos segundos de tu vida; y si no te hubieras parado un minuto podrías habértelo perdido, como hasta entonces.

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